EL TURISMO Y LAS COMUNIDADES

Lic. Alejandro Lara

INTRODUCCIÓN

El rol del turismo breva de dos tendencias paradójicamente contrapuestas, de la homogeneización en las estructuras económicas globales de los servicios, por un lado, y de la posibilidad del descubrimiento mutuo de los pueblos y comunidades, a través del conocimiento de los valores culturales propios e inigualables de cada sociedad. Vale decir: los aeropuertos, las cadenas de hoteles o estaciones de servicios son iguales en Egipto y Perú, pero la existencia de los mismos, permite, además de generar genuinos ingresos de divisas y generación de empleo en esos países, la posibilidad que el visitante se adentre en los misterios de las milenarias culturas inca y faraónica, así como ser testigos de las dinámicas contemporáneas propias de las culturas árabes y latinoamericanas de la actualidad.                                  
    
En tal sentido, les corresponde un rol ineludible al estado y a los actores vinculados al mercado turístico, en la aplicación de políticas de estado que se centren en la difusión y conservación de las diversas expresiones culturales de nuestro país, junto con el perfeccionamiento de la gama de servicios que el turismo del presente siglo requiere.

ACTIVIDAD TURÍSTICA Y DESARROLLO LOCAL

Asimismo, la necesaria integración de los recursos culturales y naturales en la planificación territorial debe llevarse a cabo mediante la realización de proyectos que promuevan un desarrollo equilibrado y no agresivo de la oferta cultural y turística, procurando una buena calidad de los servicios.

Es evidente que el patrimonio cultural y natural no está aislado del contexto socioeconómico y territorial, sino que está absolutamente interrelacionado con el resto de actividades humanas.

Desde este punto de vista, el desarrollo en el ámbito del patrimonio, hoy en día, debe plantearse a partir de proyectos territoriales que analicen los recursos culturales y naturales y su posible promoción socioeconómica, sobre la base de una utilización racional de estos recursos y siempre dentro del modelo de desarrollo sostenible y endógeno, respetuoso con el entorno, procurando incrementar el producto interior por la vía de la mejora de las actividades tradicionales y por la creación de nuevos servicios vinculados al patrimonio y al turismo.

Al plantearse políticas de desarrollo turístico a partir de la actividad local se postula afrontar el fenómeno producido por el desplazamiento de la artesanía turística, que conforma el superado modelo del turismo de devenir espontáneo en nuestro país, a la industria turística que impacta y tiende a conformar el excluyente modelo actual de la actividad.

Ante lo diseminado y dispersivo del devenir artesanal de la actividad turística en nuestro país, en función del diversificado turismo receptivo y del privilegiado turismo interno, surge la necesidad de políticas que confieran sentido a la actualidad de los recursos.

En este punto es necesario analizar algunas variables: si el destino / producto turístico se encuentra preparado para el impacto turístico, si los actores del turismo son locales, si las comunidades quieren realmente recibir turistas o si los recursos naturales y culturales están protegidos.

Dicha búsqueda, ha conducido hacia un crecimiento turístico en términos cuantitativos: aumento de la cantidad de plazas hoteleras, incremento de oferta gastronómica y de esparcimiento, etc., descuidando con frecuencia la protección del patrimonio turístico, la calidad de los servicios y la participación de actores locales.

EL PATRIMONIO, ORIGEN Y EVOLUCIÓN

El concepto de patrimonio deriva del latín patrimonium: “hacienda que una persona ha heredado de sus ascendientes”; hacienda, en latín facienda: “cúmulo de bienes y riquezas que uno tiene”, ha ido evolucionando con el correr de los años.

En nuestro país, cuando en 1940, por inspiración de Levene se sanciona la Ley 12.665 que creó la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos –norma pionera en la preservación del patrimonio-, el interés se centró especialmente en lo corporal, tangible, y en lo colonial, es decir en el período hispánico. Posteriormente ese interés se fue extendiendo, por una parte al ponderarse la importancia que tuvieron en el proceso histórico las culturas arraigadas antes de la llegada de Colón, por la otra, las nuevas expresiones culturales aportadas especialmente por las corrientes migratorias, origen de tipologías de arquitectura urbana, rural e industrial, hoy ya centenarias.

Un nuevo enfoque antropológico del concepto de cultura nos permite ampliar el universo de los objetos a proteger, al no tener ya como única referencia el dato apologético referido al personaje histórico vinculado de alguna manera al edificio que se protege.

Se trata de rescatar también aquellos bienes que siendo intangibles, o casi, testimonian  el espíritu o la identidad nacional; como los mitos, las leyendas, el folclore, las festividades religiosas y paganas, la cocina regional, las tonadas locales.

Es relativamente reciente la incorporación de la Naturaleza al concepto de patrimonio. La UNESCO declaró en 1981 Patrimonio de la Humanidad al Parque Nacional Los glaciares y en 1984 a las Cataratas del Iguazú.

Estas expresiones culturales presentan diferentes escalas: el individualismo, el grupo familiar, la comunidad o barrio, los conjuntos de comunidades regionales, los países y la humanidad, cuyos referentes van creciendo en dimensión y complejidad.

En cuanto al concepto turístico de patrimonio, ya en 1954 la Comisión Europea de Turismo precisaba que “los paisajes, monumentos, ciudades y costumbres constituyen el capital turístico”. Están comprendidos en este enunciado los componentes del actual concepto de patrimonio: lo natural, lo cultural, lo corpóreo y lo intangible.

 

TURISMO, CULTURA Y ECONOMÍA

La comunidad, en buena medida aún, sigue considerando la preservación del patrimonio cultural como una carga pública. ¿Cómo lograr que los gobiernos no vean la cultura como una carga para el erario, sino como una de las inversiones más rentables al momento de hablar de presupuestos?, Se preguntaba la Directora de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y el Caribe, Gloria López Morales, durante el seminario sobre Turismo y Cultura convocado por la OMT, que tuvo lugar en Salvador de Bahía (Brasil), el 23 de junio de 1999. Y agregaba López Morales: “Los retos de esta época aconsejan encontrar una plataforma común, una sinergia entre turismo y cultura, una alianza estratégica que responda a los intereses del desarrollo de ambas ramas, como elementos de un mismo tronco”.

En los últimos veinte años, el turismo se consolidó como una de las principales industrias en todo el mundo, generadora de recursos superiores al rubro automovilístico, electrónico y el petróleo y en el volumen de intercambio global. Ha contribuido a la modernización de la sociedad, al crecimiento del PBI en muchos países, y al aumento de la renta per cápita. De acuerdo con la Organización Mundial de Turismo, se calcula que para 2010, se triplicará el movimiento turístico y quintuplicarán los ingresos que se obtienen a través de él: la cultura y el ocio conforman la gran industria del futuro.

La Dra. Elisa Prados Pérez, de la Universidad de Cádiz, España, sostiene: “La cultura constituye una fuente directa e indirecta de empleos, proyecta una imagen positiva y contribuye al atractivo territorial. Puesto que a menudo la cultura se trata independientemente de otros factores de desarrollo, sería útil considerarla cada vez más como un elemento de pleno derecho de las estrategias de desarrollo regional y local del mercado laboral”.

Podemos agregar a esto algunos valores que nos permitan confirmar lo antedicho.

-El movimiento turístico en 1950 fue de 25 millones de personas. Para el 2020 se esperan 1561 millones.

-Los ingresos generados por el sector en 1950 fueron de 2100 millones de dólares. Para el 2020 se calculan en 2 billones de dólares.

-El empleo generado se estima para el 2010 en 328 millones de personas.

Y aquí se emplean cifras de beneficios en forma directa y cuantificables, no así aquellos que se generan por el movimiento de gente y de bienes y servicios complementarios.

EL ROL DEL ESTADO

Afrontar los problemas de desarrollo local y de la puesta en condición apropiada de la actividad turística, con escasez de recursos financieros y técnicos, supone de la necesidad de negociar con el sector privado, en consenso de la comunidad, para promover inversiones públicas y privadas. Tal cooperación requiere suficiente institucionalización y coordinación, tendiente a ordenar el escenario, promover los recursos turísticos, inducir los productos integrados, conformar el producto urbano integral y construir la política global compartida.

La transformación de los recursos de la naturaleza, la cultura, el testimonio y el entretenimiento en producto turístico y su conformación en producto integrado (marca – servicios urbanos e infraestructura – establecimientos y servicios turísticos) reconocible en el mercado, se consuma en el uso y consumo en el destino (lugar y tiempo) constituido en producto urbano integral. Los recursos, al integrarse con los servicios y penetrar en el mercado, se constituyen en el producto, cuyo estado, calidad y acceso, en precio adecuado y accesible, promueve la administración y usufructúa el turista.

La puesta en valor de los recursos naturales y culturales y la puesta en desarrollo de emprendimientos turísticos y recreativos ha de apreciarse con relación a la gratificación del turista y en la satisfacción del habitante, no solo en consideración a la oportunidad productiva y laboral, sino a la oportunidad recreativa emergente de la calificación de espacios y de tiempos urbanos y de la promoción de actividades de muy diversa índole.

Tal enfoque hace viable concebir políticas integradas de turismo y recreación a partir de lo local, en función de las entidades y empresas pequeñas y medianas, que permitan hacer de la ciudad, espacio de generación recreativa y de mediación o destino turístico que, además de integrar a la comunidad le abra a la globalidad a partir de lo propio y singular.

El sector privado empresarial, en su pretensión de integración y su tensión diferencial por las diferentes actividades comprendidas, y el sector público administrativo, en su pretensión de unidad y su tensión divergente por las diferentes competencias involucradas, cuando se plantean la problemática turística con prescindencia del nivel local, suelen formular proposiciones que, aunque inciden en el desenvolvimiento de la actividad, resultan poco pertinentes a las necesidades y las aspiraciones que se expresan y plantean en la localidad, el ámbito donde se consuma la práctica turística y recreacional.

El informe final de la reunión internacional sobre conservación y utilización de Monumentos y Lugares de Interés Histórico y Artístico conocido como Normas de Quito (1967) expresa: “Si los bienes del patrimonio cultural juegan tan importante papel en la promoción del turismo, es lógico que las inversiones que se requieren para su debida restauración y habilitación dentro de su marco técnico especializado, deben hacerse simultáneamente a las que reclama el equipamiento turístico y, más propiamente, integrar ambas un solo plan económico de desarrollo regional”.

En el contexto del sistema local, la ordenación consensual y la gestión cotidiana de las políticas turísticas supone un proceso de interacción agente público – operador privado, donde la planificación y la negociación se tornan instancias necesarias a la proposición de acciones ambientalmente aceptables, garantizando sostenibilidad, económicamente posibles, generando plusvalías privadas, e institucionalmente viables, contribuyendo al bien común.

Conjugar intereses de sostenibilidad ambiental y de negocio privado y concebir mecanismos de desarrollo socioeconómico constituyen los desafíos a asumir por el municipio, la provincia o el Estado Nacional, en calidad de líder, promotor e influyente en el devenir de la actividad, proponiendo horizontes, definido límites y realizando arbitrajes. Al Estado le corresponde gestionar y financiar competencias administrativas que incentiven a inversores, operadores y turistas, promoviendo las cualidades diferenciales de la producción y coordinando y estimulando las actividades turísticas.

La comunidad residente, que excede y trasciende el concepto de estructura de acogida que le atribuyen no pocos documentos institucionales, constituye un componente sustancial de la actividad en tanto partícipe primordial y beneficiario deseable, protagonista de la localidad y anfitrión necesario de la afluencia, de presencia productiva en la prestación de servicios y recreativa en el usufructo de las oportunidades compartidas.

La evaluación de impacto de programas y proyectos públicos y privados, es un requisito indispensable de política turística a los efectos de acreditar sustentabilidad ambiental, factibilidad técnica, viabilidad económica y aceptabilidad social, contemplando la participación de la comunidad en la dinámica de la actividad, traduciendo la noción pluridimensional de capacidad de sustento, en disposiciones que garanticen la calidad ambiental y cultural, en beneficio de la competitividad que supone la disposición del turista de retribuir la utilidad obtenida al precio consignado.

La ponderación socioeconómica de proyectos y actividades supone reconocer la necesaria participación de la comunidad en los beneficios, resultado de retener a nivel local parte significativa de las inversiones en obras y servicios y del efecto multiplicador del gasto del turista, advirtiendo que tal parte está asociada a la dinámica inmobiliaria y constructiva en lo inmediato y alas empresas y los empleos que se dedican a la actividad en lo perdurable.

En ese sentido, los legisladores deberían promover medidas para una equitativa distribución de los beneficios del Turismo de modo que éstos sean repartidos entre las diversas regiones, aumentando los niveles de desarrollo económico y contribuyendo a erradicar la pobreza cuando así sea necesario.

Respecto del medioambiente, los poderes públicos deben asumir un protagonismo ineludible en el ámbito de la planificación territorial y el control de los posibles impactos negativos o problemas ecológicos que pudieran surgir.

Cualquier estrategia de desarrollo local y regional que se sustente en proyectos integrales de crecimiento sostenible del patrimonio cultural y natural garantizará una doble efectividad: por un lado la preservación de culturas, monumentos y entornos; por el otro, el desencadenamiento de efectos inducidos en el territorio: desarrollo del sector terciario, creación de empleo, etc.

La gestión e incentivo de un programa de Turismo Cultural le corresponde a la Secretaría de Turismo de la Nación, dentro de una política de diversificación de la oferta y de adecuación a las nuevas exigencias del mercado y de la promoción social de las comunidades receptoras de viajeros.

El programa deberá insertarse, en consecuencia, en los objetivos y estrategias de la política turística Argentina.

LA ARTESANÍA TURÍSTICA

El modelo de la artesanía turística es la expresión de la puesta en valor de recursos y de servicios a partir de las acciones espontáneas de medianas y pequeñas empresas, no pocas de conformación familiar, que dispersaron sus semillas en áreas de muy disímil aptitud turística en función de la voluntad y la tenacidad, con prescindencia de evaluaciones racionales, prestando los servicios inmediatos requeridos por el turista.

La promoción, distribución y venta de recuerdos locales y otros productos deberían ofrecer una razonable contrapartida social y económica a la localidad anfitriona y asegurar al mismo tiempo que no se degrada su propia integridad cultural.

El Turismo es sin duda, una manera preservación del patrimonio, o mejor dicho, patrimonios. La prueba es que en Portugal algunas artes tradicionales han conseguido sobrevivir debido precisamente al fenómeno turístico. En muchas regiones, el arte tradicional de los tapetes, de la culinaria, entre otros, han conseguido vencer el paso del tiempo.

CONCLUSIÓN

Las acciones de preservación deben ir orientadas en primer lugar, a la mejora de las condiciones de vida local y, a partir de aquí, poner de manifiesto que la conservación y el uso social del patrimonio son esenciales para la propia supervivencia de la comunidad, procurando que los procesos de desarrollo se lleven a cabo desde la base, aplicando el principio de subsidiariedad.

De esta forma, la aplicación de políticas en materia de Turismo Cultural serán disparadores para la realización de obras de restauración, puesta en marcha de nuevos corredores turísticos y el fomento de servicios orientados al turista y que generen puestos de trabajo a la comunidad anfitriona.

Finalmente, es relevante mencionar la importancia que posee para una comunidad la realización de fiestas y conmemoraciones (muchas de ellas institucionalizadas a escala nacional, provincial o municipal).

El acontecimiento, la fiesta social compartida que irrumpe y propone un uso diferenciado y creativo de tiempos y espacios, de intensa significación con prescindencia de la dimensión del centro o la magnitud de la convocatoria, refuerza la identidad de una sociedad, utilizando la memoria, los usos, creencias y costumbres no sólo con una idea de herencia y pertenencia, sino como un objeto de turismo con dinámicas activas.


BIBLIOGRAFÍA:

8° Borrador, para su aprobación por la Asamblea General de ICOMOS (Comité Científico Internacional de Turismo Cultural.

Turismo Cultural en el Chaco: Una alternativa económica y social de crecimiento; Fabio Javier Echarri, Diario Norte, Resistencia-Chaco, 1 de noviembre de 2001.

España intensificará promoción como destino; EFE, Salamanca, España, 2002.

Política turística argentina. Bases para su reformulación; autores varios, Ladevi Ediciones, Bs.As., 1999.

 

RESUMEN:

Turismo y Comunidades:
El rol del turismo breva de dos tendencias paradójicamente contrapuestas, de la homogeneización en las estructuras económicas globales de los servicios, por un lado, y de la posibilidad del descubrimiento mutuo de los pueblos y comunidades, a través del conocimiento de los valores culturales propios e inigualables de cada sociedad. Vale decir: los aeropuertos, las cadenas de hoteles o estaciones de servicios son iguales en Egipto y Perú, pero la existencia de los mismos, permite, además de generar genuinos ingresos de divisas y generación de empleo en esos países, la posibilidad que el visitante se adentre en los misterios de las milenarias culturas inca y faraónica, así como ser testigos de las dinámicas contemporáneas propias de las culturas árabes y latinoamericanas de la actualidad.
    
En tal sentido, les corresponde un rol ineludible al estado y a los actores vinculados al mercado turístico, en la aplicación de políticas de estado que se centren en la difusión y conservación de las diversas expresiones culturales de nuestro país, junto con el perfeccionamiento de la gama de servicios que el turismo del presente siglo requiere.

 

 


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